Crucero por el Mediterráneo con el MSC World Europa
31 de octubre – Salida desde Málaga y embarque en Barcelona
Nuestro viaje comenzó muy temprano. A las 4:00 de la mañana salimos hacia el aeropuerto de Málaga, donde, como hacemos desde hace muchos años, dejamos el coche en el Parking San Isidro. Es ya tradición familiar: siempre que viajamos en avión desde Málaga, el coche se queda allí.
Llegamos con tiempo porque una de las personas que viajaba con nosotros necesitaba servicio de asistencia, así que era importante estar al menos dos horas antes del vuelo. A las 6:45 despegamos rumbo a Barcelona, llegando alrededor de las 8:30 de la mañana.
Desde el aeropuerto nos dirigimos directamente al terminal de MSC en el puerto de Barcelona. Allí comenzamos ya a sentir la magia del viaje, pero además hubo un detalle que nos encantó: era Halloween, y tanto el barco como parte del personal estaban decorados y disfrazados para la ocasión. Fue una bienvenida muy divertida y totalmente inesperada.
Una vez a bordo del MSC World Europa, empezamos a explorar cada rincón del barco. Nuestro camarote interior, aunque sencillo, era muy cómodo y práctico para descansar tras los días intensos que nos esperaban. Pasamos la tarde recorriendo restaurantes, terrazas, zonas de ocio y todo lo que el barco tenía que ofrecer.
A las 18:00, el MSC World Europa zarpó desde Barcelona rumbo a Marsella, marcando oficialmente el inicio de nuestra aventura por el Mediterráneo.
1 de noviembre – Marsella
Nuestra primera escala oficial fue Marsella, una ciudad llena de historia, patrimonio y ambiente mediterráneo. Sin embargo, esta vez decidimos hacer algo diferente: no bajamos del barco. La razón principal fue la gran distancia entre el terminal de cruceros y el centro de la ciudad, lo que implica trayectos largos y algo incómodos, especialmente cuando se busca aprovechar bien el tiempo.
Aun así, fue un día que disfrutamos muchísimo. Con gran parte de los pasajeros fuera, el MSC World Europa se sentía tremendamente espacioso y tranquilo. Paseamos por la promenade interior prácticamente solos, disfrutamos del silencio en las terrazas exteriores y nos relajamos sin prisas en los jacuzzis. Era como tener un “mini crucero privado” por un día.
Aprovechamos para explorar aquellas zonas que en los días normales suelen estar llenas: los bares con música en vivo, el área lounge, las piscinas y los rincones con vistas al mar. También hubo tiempo para tomar algo tranquilamente, hacer fotos del barco casi vacío y simplemente disfrutar de la comodidad del MSC World Europa sin agobios.
A las 18:00, el barco soltó amarras nuevamente y partió rumbo a Génova, mientras el sol se escondía y dejaba un atardecer precioso sobre el Mediterráneo. Fue el final perfecto para un día de calma, relax y vida a bordo.
2 de noviembre – Génova
Nuestra llegada a Génova estuvo marcada por un protagonista inesperado: la lluvia, que no nos dio tregua en ningún momento del día. Aun así, nada pudo quitar la ilusión de descubrir una de las ciudades más históricas del norte de Italia.
Bajamos del barco con paraguas y chubasqueros, con la esperanza de que el tiempo mejorara, pero desde primera hora la lluvia fue constante, intensa y persistente. Las calles brillaban mojadas, los edificios tenían ese tono más oscuro característico de los días grises, y el viento hacía todavía más difícil caminar sin empaparnos. Aun así, intentamos aprovechar la escala todo lo posible.
Recorrimos algunas zonas del centro, paseando entre callejones estrechos, plazas históricas y edificios de arquitectura clásica genovesa. Vimos fachadas señoriales, pequeñas tiendas artesanales y rincones que invitaban a imaginar la belleza que debe tener la ciudad cuando el sol brilla. Aunque la visita no fue como nos habría gustado, sí pudimos apreciar el carácter especial de Génova, una mezcla entre puerto, tradición y vida urbana.
Tras varias horas de paseo bajo la lluvia, decidimos regresar al MSC World Europa para secarnos, descansar y disfrutar de la tarde a bordo. Siempre queda esa sensación de “tenemos que volver” para ver la ciudad como realmente merece.
Al final del día, con todo el pasaje a bordo, el barco comenzó a moverse suavemente. A las 18:00, partimos rumbo a Nápoles, preparados para una nueva jornada llena de historia, cultura y experiencias inolvidables.
3 de noviembre – Nápoles y excursión a Pompeya
La mañana del 3 de noviembre llegamos a Nápoles, una ciudad vibrante, caótica y llena de vida, donde cada sonido, aroma y calle transmite historia. Desde la cubierta del barco ya se podían ver los edificios antiguos, el ir y venir del tráfico napolitano y, al fondo, la imponente silueta del Vesubio, que domina toda la bahía.
Mi familia decidió pasar el día recorriendo la ciudad, visitando sus calles más emblemáticas, plazas y rincones característicos de ese Nápoles tan auténtico que mezcla tradición, ruido, color y gastronomía. Pero yo tenía un destino diferente en mente: Pompeya, uno de esos lugares únicos en el mundo que todo amante de la historia sueña con visitar al menos una vez en la vida.
La excursión comenzó temprano. Desde el inicio, la presencia del Vesubio impone respeto, sabiendo que fue precisamente su furia lo que sepultó la ciudad en el año 79 d.C. Durante el recorrido, los guías te van preparando para lo que vas a ver, pero nada se compara con caminar realmente por sus calles.
Pompeya es una cápsula del tiempo.
Los frescos, las casas, los templos, los teatros y las plazas siguen ahí, casi intactos, congelados en el mismo instante en que la ciudad quedó bajo metros de ceniza volcánica. Es indescriptible la sensación de caminar por el mismo suelo donde vivieron y murieron miles de personas hace casi dos mil años. Incluso los moldes de los cuerpos —esas siluetas humanas petrificadas en su último segundo— transmiten una mezcla de emoción, respeto y silencio absoluto.
Cada rincón de Pompeya cuenta una historia: las tiendas, las termas, los mosaicos, los grafitis en las paredes… todo te hace viajar en el tiempo. Sin duda, fue una de las experiencias más impactantes de todo el crucero.
Mientras tanto, en Nápoles, mi familia también disfrutó del ambiente napolitano: de sus calles llenas de vida, de su gastronomía y del encanto único de esta ciudad a veces caótica, pero siempre auténtica.
Al caer la tarde, regresamos al MSC World Europa cansados, llenos de fotos y con la sensación de haber vivido un día realmente especial. A las 18:00, el barco partió rumbo a Messina, dejando atrás la Bahía de Nápoles iluminada por las luces de la ciudad.
4 de noviembre – Messina (nuestra ciudad favorita del crucero)
La escala del 4 de noviembre nos llevó hasta Messina, en la isla de Sicilia, y desde el primer momento supimos que sería una parada especial. El MSC World Europa entró al puerto rodeado de un paisaje espectacular: montañas, edificios históricos y un mar completamente en calma que hacía brillar toda la bahía. La ciudad nos recibió con un clima perfecto para pasear y disfrutarla al máximo.
Nada más bajar, Messina nos sorprendió por su ambiente tranquilo, sus calles anchas y su estilo arquitectónico elegante. Caminamos hacia el centro para visitar su imponente Catedral de Messina, una auténtica joya histórica. En su fachada se encuentra el famoso reloj astronómico, uno de los más grandes y complejos del mundo, capaz de ofrecer un espectáculo mecánico diario lleno de figuras, música y movimiento. Es uno de esos monumentos que no se olvidan.
Paseamos por sus plazas, avenidas y calles llenas de vida, pero sin el agobio de otras ciudades turísticas. La mezcla de comercios locales, cafeterías y edificios históricos hacía que cada esquina fuera una pequeña sorpresa. Messina nos transmitió una sensación de seguridad, belleza y comodidad que pocas ciudades consiguen. Se convirtió, sin duda, en el destino donde más disfrutamos, donde más caminamos y donde más conectamos con el lugar.
Tras un día espléndido explorando la ciudad, regresamos al MSC World Europa para seguir viviendo nuevas experiencias. Y por la noche, como broche perfecto, asistimos al espectáculo “Amelia” en el teatro del barco. Una puesta en escena preciosa, con música, efectos visuales y una historia que te atrapa desde el primer minuto. Fue el final ideal para un día que ya de por sí había sido increíble.
Con el recuerdo fresco de Messina y la magia del espectáculo aún en la cabeza, el barco levantó anclas y continuó su viaje con destino a Malta.
5 de noviembre – La Valeta (Malta)
El 5 de noviembre amanecimos frente a la preciosa ciudad amurallada de La Valeta, una de las capitales más pequeñas de Europa, pero también una de las más llenas de historia. La entrada del barco al puerto es una experiencia en sí misma: enormes murallas de piedra dorada, fortificaciones que parecen sacadas de una película y un paisaje que te deja sin palabras.
Nada más descender del barco comenzamos a subir por las empinadas calles típicas de la ciudad. Visitamos algunos de sus puntos más emblemáticos, como los Upper Barrakka Gardens, desde donde se obtienen unas vistas espectaculares del Gran Puerto. Desde allí se aprecia la magnitud de la ciudad y el contraste entre el azul intenso del Mediterráneo y el color ocre de las murallas.
La Valeta es una ciudad para pasear despacio y disfrutarla. Sus balcones de madera, sus calles estrechas y empedradas, sus iglesias y sus edificios renacentistas crean un ambiente único. También aprovechamos para visitar la Concatedral de San Juan, famosa por su riqueza interior y sus espectaculares obras de arte.
Fue una mañana intensa de turismo y fotografía, descubriendo rincones preciosos y respirando la historia de esta ciudad que ha sido escenario de batallas, defensas estratégicas y vida mediterránea durante siglos.
Tras la visita, regresamos al MSC World Europa para preparar el inicio de la travesía de vuelta. A media tarde, el barco partió rumbo a Barcelona, marcando el comienzo del tramo final del viaje.
6 de noviembre – Día completo de navegación rumbo a Barcelona
El 6 de noviembre fue nuestro último día entero a bordo del MSC World Europa, un día dedicado por completo a la navegación mientras el barco avanzaba tranquilamente hacia Barcelona. Sin ciudades que visitar ni horarios que cumplir, lo vivimos como una jornada de descanso absoluto, disfrutando al máximo de todo lo que el barco ofrecía.
Fue un día sin prisas, de esos en los que el tiempo parece ir más despacio. Paseamos por las cubiertas, nos relajamos en las distintas zonas comunes, tomamos algo en los bares, asistimos a actividades y simplemente contemplamos el mar infinito desde las terrazas. Ese movimiento suave del barco, la brisa marina y el silencio del Mediterráneo acompañaron cada momento.
No hicimos fotos durante este día, porque preferí disfrutar intensamente de mi última jornada en el barco, desconectando del móvil y quedándome solo con las sensaciones y los recuerdos. A veces, lo mejor de un viaje no es lo que se captura con la cámara, sino lo que uno se guarda para sí.
Fue un cierre perfecto antes del final del crucero, una mezcla de nostalgia por lo que terminaba y de gratitud por todas las experiencias vividas.
Esperamos que este relato de nuestro viaje por el Mediterráneo a bordo del MSC World Europa os haya gustado tanto como a nosotros vivirlo. Ha sido una experiencia llena de momentos especiales, ciudades sorprendentes y recuerdos que guardaremos siempre con cariño. Ojalá nuestras vivencias sirvan para que más personas se animen a descubrir este maravilloso recorrido.
Gracias por acompañarnos en esta aventura.
¡Nos vemos en el próximo viaje! 🚢✨
Buenas, acabo de leer tus comentarios sobre el crucero y las excursiones, nosotros lo hacemos en julio de 2026 , te agradecería (te tuteo) alguna aclaración. En que puertos de puede bajar del barco directamente a las ciudades sin necesidad de contratar con ninguna agencia (con el barco ni hablamos, claro), en Malta, por ejemplo, se puede hacer directamente si no quieres salir de La Valeta, (hemos estado), pero no se en los demás. Eso sí, la excursión a Pompella es obligada y si se puede también a Taormina.
Muchas Gracias por tu relato del crucero.
Hola. Por supuesto que me puedes tutear, faltaría más.
En Marsella, tienes que caminar un poco desde donde atraca el barco, y aproximadamente a 100 metros hay una parada de autobús lanzadera gratuito los días en que hay cruceros en el puerto. Este bus opera normalmente desde la terminal de cruceros (Porte 4 / MPCT) hasta cerca de Place de la Joliette / centro de la ciudad. Funciona durante el día (aprox. 9:00 – 17:00 / 9:20 – 17:20) y suele tener una frecuencia aproximada de cada 20-30 minutos.
Los demás puertos (Génova, Nápoles, Messina y Malta), te bajas del barco y ya estás en el centro, o casi. No necesitas ningún transporte.
Muchas gracias por tomarte tu tiempo para ver mi pequeño artículo, y espero disfrutes del crucero como yo lo hice. De verdad que merece la pena.